La mejor forma de evitar esta transmisión en hogares y oficinas sería impedir la entrada de personas infectadas. Pero esto no es algo fácil, ya que se estima que el 40% de los portadores del virus son asintomáticos.
Las mascarillas pueden evitar la liberación al medio ambiente de esas partículas, pero si la persona infectada está en una habitación cerrada será muy difícil contener totalmente el virus.
Una vez que el virus escapa al aire dentro de un edificio tienes dos opciones: hacer que entre aire fresco desde afuera, o extraer el virus del aire que circula en el edificio.
La importancia del aire fresco
El espacio cerrado más seguro es aquel en el que aire fresco de fuera constantemente reemplaza el aire de dentro.
En edificios comerciales, el aire fresco ingresa usualmente a través de sistemas de calefacción, ventilación o aire acondicionado. En los hogares, en cambio, el aire de fuera suele entrar por ventanas y puertas abiertas, además de grietas.
En pocas palabras, cuanto más aire fresco entre a un edificio desde fuera mejor será. Ese aire que ingresa diluye los contaminantes presentes en el espacio cerrado, se trate de un virus o algo diferente, y reduce los riesgos de exposición para las personas.
Los ingenieros ambientales como yo calculamos cuánto aire entra desde fuera a un edificio usando una medida llamada tasa de intercambio de aire.
Esta cifra indica el número de veces que el aire de un edificio es reemplazado con aire de fuera en una hora.
La tasa depende del tamaño de la habitación y el número de personas en ella. Pero la mayoría de los expertos considera que seis cambios de aire son buenos para una habitación de 3 x 3 metros en la que hay tres o cuatro personas.
Durante una pandemia, se estima que la tasa debe ser mayor. Un estudio de 2016* señaló que un cambio de aire de nueve veces por hora redujo la transmisión de los virus de SARS, MERS y H1N1 en un hospital de Hong Kong.
Muchos edificios en Estados Unidos, especialmente las escuelas, no cumplen con las tasas recomendadas de cambio de aire.
Pero afortunadamente es bastante fácil hacer que ingrese a un edificio aire fresco.
Mantener abiertas las ventanas y puertas es un buen comienzo. Colocar cerca de una ventana un ventilador que sopla hacia el exterior también aumenta considerablemente la circulación de aire.
En edificios en los que no pueden abrirse las ventanas, puede ajustarse el sistema mecánico de ventilación para aumentar el bombeo de aire desde afuera.
Sea cual fuere el tipo de habitación, cuanto más personas haya en ella, más frecuentemente debe cambiarse el aire.
Purificadores de aire
Si estás en una habitación en la que es difícil hacer ingresar aire de afuera, otra opción es usar un purificador de aire.
Estas máquinas extraen partículas del aire, usando en general un filtro muy denso hecho de fibras que capturan partículas con bacterias y virus y reducen el riesgo de transmisión de enfermedades.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) asegura que los purificadores de aire cumplen esa función también en el caso del nuevo coronavirus.
Pero no todos los purificadores de aire son iguales, y antes de comprar uno hay varios factores que debes tener en cuenta.
Lo primero que debes considerar es cuán efectivo es el filtro. La mejor opción es un purificador que usa un filtro HEPA, acrónimo de high-efficiency particulate air o extractor de partículas aéreas de alta eficiencia.
Este tipo de filtros extraen más del 99,97% de partículas de todos los tamaños.
El segundo factor a considerar es cuán potente es el purificador. Cuánto más grande sea una habitación o cuantas más personas haya en ella, más aire debe ser purificado. Trabajé con colegas en la Universidad de Harvard para crear una herramienta simple para las escuelas, que permite calcular cuán potente debe ser un purificador de aire para diferentes tamaños de aulas.
Y lo último que debes considerar es cuán válidas son las afirmaciones de la compañía que fabrica el purificador.
En Estados Unidos, por ejemplo, la Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos emite un sello de garantía llamado AHAM Verifide.
Y en California, la Junta de Recursos sobre el Aire tiene una lista de purificadores de aire seguros y efectivos, aunque no todos usan filtros HEPA.
Mantiene fresco y puro el aire interior
Tanto la Organización Mundial de la Salud como el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, CDC, señalan que la mala ventilación aumenta el riesgo de transmisión de coronavirus.
Si puedes controlar tu ambiente, asegúrate de que entra suficiente aire desde afuera.
Un monitor de CO2 puede indicarte si la ventilación es adecuada. Si los niveles de CO2 comienzan a aumentar abre algunas ventanas y haz una pausa en tu trabajo para salir unos momentos al aire libre.
Si no puedes hacer que entre aire fresco a una habitación, tienes la opción de un purificador de aire. Si decides comprar uno, debes tener presente que no extraen CO2, por lo que aunque el aire estará más puro, los niveles de CO2 en la habitación pueden seguir altos.
Si entras a un edificio y ves que hay demasiadas personas, o sientes que hace mucho calor o el aire está viciado, es probable que no haya buena ventilación. Da media vuelta y márchate.
Si prestas atención a la circulación y a la filtración del aire, mejorando la ventilación cuando puedes o evitando sitios con mala ventilación, dispondrás de otra herramienta poderosa para protegerte del coronavirus.
*Shelly Miller es profesora de ingeniería mecánica de la Universidad de Colorado en Boulder. Su artículo original fue publicado en The Conversation y puedes leerlo aquí.
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